“Es preciso acabar con el Espíritu como con
la literatura. Quiero decir que el Espíritu y la vida se encuentran en todos
los grados.
Yo quisiera hacer un libro que altere a los hombres, que sea como una puerta
abierta que los lleve a un lugar al que nadie hubiera consentido en ir, una
puerta simplemente ligada con la realidad.
Y esto no es el prefacio de un libro, como tampoco lo son los poemas que lo
indican en la lista de todas las furias del malestar.”
El
ombligo de los limbos
Antonin
Artaud.
Lo que ven es el reflejo de la
autodestrucción de mi carne,
la refracción de mis huesos
en el dique de acero de las
calles
que esperan mi retorno.
He mordido tantas manos
hasta hacerlas sangrar
perdiendo la cuenta de los cortes
cárnicos entre mis dientes.
No hay nada más sublime
que el crujir de los huesos
cayendo de bruces en mi paladar.
Veo el nevado servido en la mesa,
me ajusto los lentes,
despliego mi lengua
y de un respiro
llueven rocas en mi vientre (cuna
de perros famélicos).
Insomne
nado desnuda
en el torrente sanguíneo de esta
ciudad,
aquelarre de frustraciones y
sueños embotellados.
Los perros se devoran entre sí,
sus cadáveres
le sirven de sostén
a mi osamenta.
Texto: Yuliana Ortiz Ruano.
Pintura: Kalmakoff Nicholas - Salomé
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