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martes, 29 de octubre de 2019

Cartografías de la disidencia: lo femenino en la literatura


Escribir desde la disidencia es, en primera instancia, un yo en constante desmoronamiento. Pienso en la escritura como una máquina desautomatizada por donde transitan flujos que modifican el adentro del cuerpo escribiente. Un yo que se problematiza, un yo/cuerpo/máquina deseante que abre paso a la multiplicidad. Voces que de ninguna manera hablan por las otras, sino más bien, permiten al cuerpo otros medios del quehacer literario; ya no como el yo/uno/dios creador de todas las cosas, sino como el conjunto de procesos en constante movimiento y transformación.

Escribir desde la disidencia es incidir en el propio cuerpo, organizado sistemáticamente como un todo individual. Abrir paso ya no al enunciarse como una isla incomunicable, sino como un archipiélago; conjunto de islas/territorios que se relacionan entre sí. Territorios que se precisan para la supervivencia y sobre todo, para la permanencia de los tránsitos que en ellos suceden.

Lo femenino en la literatura es, atender primero a la posibilidad de transformar y resemantizar el lenguaje, hablando por ejemplo desde otros espacios. Entendiendo el lenguaje como eso que nos inoculan desde la niñez y se vuelve automático. Una cartografía de la disidencia es a mi parecer, el mapeo de los procesos de desaprendizaje de ese lenguaje que no nos pertenece, para desde lo literario, convocar otras posibilidades del mismo: edificar un nuevo lenguaje desmoronando lo individual abriendo paso a lo colectivo. 

Pensar lo femenino como un organismo vivo, moléculas en movimiento, es por ejemplo, escribir ya no desde el todo trascendental sino desde lo inútil, pequeño e innecesario. Abrir paso a los afectos, al deseo y los devenires que transitan en el cuerpo de las voces que como yo, no empezaron escribiendo desde una habitación propia sino desde los espacios compartidos: una escritura de la hacinación y del encierro.
Lo femenino en la literatura son acontecimientos nefandos transformados en potencia creadora. accionar desde lo cotidiano, pequeño e imperceptible. Expandirse en silencio como el humus sobre los territorios. Resignificar la importancia del cuerpo y escribir desde el rapto del mismo. Escribir desde un yo que convoca voces, porque, lo femenino no puede entenderse como una construcción inamovible sino todo lo contrario. Pensar lo femenino en la literatura, es necesariamente una relectura de la historia literaria establecida. Leer y releer más acá del canon. Desaprender ciertas estéticas que al igual que el lenguaje sujetan, y mirar el accionar de otras estéticas, quizás un tanto más liberadoras. Pienso en la rabia y el miedo como una potencia que moviliza a los cuerpos. 

Si lo femenino en la literatura es convocar, me permito hacerlo:

Esta puente mi espalda (varias autoras)
The promised land de Grace Ogot
Papi * La mucama de Omicunlé de Rita Indiana
El color púrpura de Alice Walker
Efuru de Flora Nwapa
Lumperia de Diamela Eltít
Nefando * Mandíbula de Mónica Ojeda
The housemaid de Amma Darko
Los papeles salvajes * Rosa mística de Marosa di Giorgio
The joys of motherhood de Buchi Emecheta
Guayaquil * Animal de María Auxiliadora Balladares
Las cosas que perdimos en el fuego de Mariana Enríquez
Our sister killjoy * No sweetness here de Ama Ata Aidoo
Siberia * Para esta mañana diáfana de Daniela Alcívar Bellolio
Los diarios de Alejandra Pizarnik
El color de la granada de Carla Badillo
El peligro de encender la luz de Pamela Rahn 
Nadie nos habita /man saphiyuq de Lisset Orihuela Ascarza
La mujer de helio de Dina Bellrham

La ruta de la ceniza  de Gabriela Vargas
Los cantos de Rosa Wila

Y muchas otras escrituras que seguro se me escapan.