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miércoles, 14 de junio de 2017

Tarea de relato

Reach out I'll be there


Now if you feel that you can't go on 
Because all of your hope is gone
And your life is filled with much confusion 
Until happiness is just an illusion,
And your world around is crumblin' down; 
Darling, reach out (come on girl, reach on out for me) 
Reach out I'll be there – Four Tops


Todos los jueves a la 1 am, la niña escuchaba cómo su madre ponía el seguro de la habitación matrimonial mientras afuera el auto del padre, después de cinco intentos conseguía estacionarse. La madre no soportaba el olor a alcohol y las conversaciones nocturnas, ella acostumbraba a dormirse a las 8 pm y olvidar el mundo exterior desde ese momento. ¿Qué historia extraña tendría esta vez el padre para contarle, antes de acostarla a dormir? ¿Sería tal vez la historia de  Anita O'day o la de Big Mama Thornton? ¿Esta noche escucharían el disco de Celina y Reutilio el de Tim Maia?
La niña esperaba despierta, inventando tareas escolares y lecturas inacabables para no irse a la cama antes de verlo a él, entrando con sus jeans azules y sus ojos perdidos por la puerta principal de la sala, ayudarle a quitarse las botas, mientras él le agradecía y le sonreía como un amigo y repetía con voz de radar roto –Yu mijita, nunca deje que nadie le diga cómo tiene que hacer las cosas, no importa si le salen mal, usted verá si se rompe los huesitos o no, aprenderá de alguna manera o se morirá, de todos modos allá vamos todos ¿verdad? –.
No había otra cosa que llenara más a la niña que la idea de la muerte, su padre siempre la tenía en lo boca, como quien sostiene una navaja con sangre fresca entre los labios sin inmutarse. Su padre siempre le recordaba que no había salvación alguna para nadie, –Yo me puedo morir ahorita mijita, a usted lo único que le va a quedar de mí es la música y la risa, pero no se lo digo para que llore ¿si vio?, ya le dije que tiene que ser fuerte como Miss Simone que hasta golpe aguantó y no dejó de cantar nunca… no llore… si me llevo los discos es porque son lo único que me ayudará a aguantar que no las voy a ver seguido, no llore mijita ¿si vio? –
Él se levantaría del sillón para servirse un güisqui seco y encendería un cigarrillo. No había olores más acogedores que esos para la niña. Luego caminaría hasta el tocadiscos y pondría tal vez, Little girl blue de Miss Simone y le diría que se siente en sus piernas. Empezaría a contarle por millonésima vez que Miss Simone tocaba a Bach como nadie y aun así no pudo entrar a la escuela de música, por negra. Contaría también que esta, al verse sin dinero empezó a tocar en un bar de mala muerte y que el dueño le había dado un ultimátum –O cantas o tendré que buscar a otra– y así, nació una de las voces más controversiales y salvajes de este mundo, diría y luego se echaría a reír como una hiena. Le explicaría también que el blues nació en los cañaverales, con los esclavos, con el apoyo de la armónica que era el único instrumento que les permitían tocar, luego de una pausa propia del estado etílico, mirándola fijamente, como si de pronto un rayo de lucidez se hubiese posado sobre su cabeza – ¿Cómo fue entonces que se convirtió en algo elegante y socialmente correcto el blues? ¿Cómo puede ser que el Jazz llamado así por el perfume de jazmín de las prostitutas más peligrosas y negras sobre la faz de la tierra, sea ahora el sonido que adornan los restaurantes donde los blancos y ricos no dejan entrar a los negros o a los pobres? – Y qué podría responder ella si solo tenía 9 años, si solo era una niña esperando con angustia su cita entre semana con su padre.
Esa noche la puerta se abrió y el hombre tomó una y otra y otra caja, las colocó como tetris en la cajuela de su auto, apilando todo con mucho cuidado, dio entonces un beso en la frente a la niña y jamás volvió a verla.




Texto: Yuliana Ortiz Ruano.
Foto: Héctor Ortiz Lasso (mi padre), en algún pueblo fantasma del norte de Esmeraldas.

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