Radiografía de hogar
Camino desde mi casa a la FOCH. En la
esquina, antes de llegar a mi trabajo, se empieza a acumular la peste a basuco
y el sonido del reggaetón saliendo del Twist,
la discoteca de donde emergen almas bélicas a desollarse con botellas de
pilsener a las 2:00 am. Dentro del bar es diferente, mis jefes son suizos y
éste está ambientado para el chillout. Nos tienen prohibido atender a
borrachos. Obedecemos, les echamos contra su voluntad. Algunos se enojan
demasiado y gritan. S es pequeño. Le dice con toda la amabilidad que ensambla a
un quiteño con miedo, que tiene que irse porque no podemos atenderlo. El tipo
le grita y se le escapan gotas de saliva y cerveza. Veo el trayecto de las
gotas: unas al labio inferior de S y otra directo a su nariz. S limpia los
proyectiles líquidos del borracho con disimulo. S suda y tiembla un poco. Me
acerco y con toda la falta de paciencia que me caracteriza le digo: oye brother si no te das cuenta somos
simples trabajadores, recibimos órdenes, debes largarte ahora o te saco a la
fuerza. El tipo asiente sin mirarme demasiado y se marcha. S sonríe yo sonrío,
limpio la mesa y seguimos.
Cuando atiendo todas las mesas, salgo a
fumar un cigarrillo. Sabemos quiénes son los que roban. Quienes serán los
robados. Sabemos quiénes son las que sangran. Los que con la esperanza de un
buen polvo se dejan sacar los pocos dólares de la tarjeta de débito. Sabemos
quiénes son los que quieren “visa para un sueño”, entonces se la pasan saliendo
con innumerables extranjeros a ver quién finalmente será el amor de su vida
(cámbiese la d por s).
A veces duele que la mayoría de basuqueros
de la zona y ladroncillos de la misma sean negros, todos negros ¿Por qué? Pero
duele también que seas negra y te miren con cara de asco cuando te preguntan si
eres cubana, y duele más cuando dices que no y regresa al rostro de las
personas la amabilidad quiteña, por que qué amables son.
En la casa donde vivo se quedan muchos
viajeros. Una vez vino una danesa de casi dos metros de altura, que hablaba muy
poco español. Estaba muy triste. Tenía que volver a su país. Pero antes iría a
Tulcán a visitar a su novio colombiano, preso por tráfico de drogas. ¿Lo amas?
Le pregunté. Sí, respondió ipso facto y los ojos le brillaron tanto que tuve
que dejar de mirarla. ¿No tienes miedo? Le pregunté de nuevo. No, me respondió,
lo amo y volveré por él, es bueno, además me debe dinero con eso podemos vivir
en paz acá.
La chica con la que comparto la casa es
una de las personas menos contaminadas que conozco. No bebe, no se droga, no
tiene sexo… nunca… ni una sola vez. Dice que prefiere estar tranquila y esperar
algo bueno en su vida que entregarse así por así. La admiro mucho, pero le
temo. ¿Cómo disminuye entonces sus niveles de violencia?
M mi hermana menor se mudó a vivir
conmigo. Madre le hizo un test antidoping sin que ella se diera cuenta. M había
huido de casa. Al retorno, mi madre le hizo los exámenes y dieron positivo. A
veces quisiera que esto que escribo fuese ficción, y reírme desde fuera, pero
recuerdo que es entretenido y que me sirve en el futuro y no sé qué pensar. Me
he convertido en una criatura morbosa.
Madre sigue sosteniendo que hubiese sido
mejor tener hijos varones. Porque los varones hacen caso a sus madres. Ella
dice también que todas las maldiciones que mi padre echó sobre nosotras cuando
se fue de la casa se convirtieron en realidad. Siente que nuestro comportamiento
es un castigo divino, por ello y desde que dejé la carrera se ha convertido a
la religión. Madre tiene la maldición de dos hijas inclinadas al arte y por
ende a morirse de hambre (eso es lo que ella dice/cree). Mis tías tienen tanto
miedo y profesan mi caída que no paran de enviarnos mensajes y bendiciones en
Facebook, pero nunca nos llaman, asumo que las bendiciones por redes sociales
son más factibles y llegan mucho más rápido.
M es buena, pero cree que nadie la quiere.
Tiene la cabeza sobre la luna. Es hermoso verla descabezada por toda la casa,
perdiendo el tiempo. Empezará a estudiar teatro en enero. Por mi parte me
siento orgullosa de M, al menos ella puede tomar decisiones abruptas e intentar
cambiar su vida. A su edad, yo era un marasmo de miedos. No podía dar un salto
sin esconderme y sin pedir permiso a todo lo que se movía alrededor de
mí. Pero como todo se acaba, así se acabó mi paciencia y empecé a abandonarme.
El vientre de mi madre engendra locura,
deserción, ella lo dijo como un comentario gracioso la última vez que la
visité. Mi hermana de 13 años se la pasa escuchando metal, alimentando ratas y
leyendo sobre reptiles. Ama los reptiles, y mamá sigue preguntándose qué hizo
mal.
El año pasado tuve un novio médico, mi
madre a las dos semanas quería empezar a preparar la boda. Entonces me encargué
de terminarlo y tomar la decisión, (más por mi salud mental que otra cosa) de
empezar a ocultar mis relaciones.
No quiero ser madre, todo el que me conoce
lo sabe. No quiero reflejar mis sueños frustrados sobre alguien que no escogió
nacer. Que no tiene idea aún de cuál será el curso de su vida. No quiero
sentirme decepcionada por un ser que a pesar de todo lucha por ser
autosuficiente, simplemente porque no es lo que yo soñé y ayudé a cultivar con
tanta pasión. Las familias son las primeras cárceles.